EL SUR TAMBIÉN EXISTE

Si fuesen míos los paños bordados de los cielos, tejidos con luz de oro y plata, los paños azules, sombríos y oscuros de la noche, la luz y el crepúsculo, los tendería a tus pies. Pero yo, siendo pobre, sólo tengo mis sueños. he esparcido mis sueños bajo tus pies. Camina suave porque pisas mis sueños. w.b. Yeats





"Pero aquí abajo abajo,cerca de las raíces,es donde la memoria ningún recuerdo omite. Y hay quienes se desmueren y hay quienes se desviven y así entre todos logran lo que era un imposible. Que todo el mundo sepa que el Sur también existe" Mario Benedetti.


"Un escritor es algo extraño. Es una contradicción y también un sinsentido. Escribir es aullar sin ruido" M. Duras http://t.co/


lunes, 18 de enero de 2016

El mejor ensayo sobre poesía en una Carta de Octavio Paz

El mejor ensayo sobre poesía en una Carta de Octavio Paz

Octavio Paz es Dios, y todo lo que escriba será escritura de Dios y todo lo que respire también y todo por lo que pase y todo lo que pulula a su alrededor haciéndole reverencia también. Y precisamente porque es Omnipresente y vive después de la muerte es que -luego de morir- la editorial Seix Barral publicó un libro de cartas que este señor -Octavio Paz- escribió al escritor español Pere Gimferrer durante poco más de 30 años (1966- 1997), cartas donde  deslumbra una vez más con todo lo que muestra, cartas que son ensayos que son tratados sobre poesía y la vida y la muerte. Y cartas donde según el mismo Pere Gimferrer rescatan de su condición de inéditas “algunas de las mejores, más conmovedoras, más bellas y más apasionantes páginas de prosa que haya escrito jamás Octavio Paz”. Y que muestra este texto que debe ser leído por absolutamente todas las personas que escriban o piensen en escribir o leer poesía o cualquier cosa, un texto que explota y es una luz y es algo que debe acompañarnos para siempre y por siempre y que está aquí para todos nosotros. Aquí el texto.
Pere Gimferrer al lado de una fotografía de Octavio Paz
Pere Gimferrer al lado de una fotografía de Octavio Paz
[Embajada de México]
Delhi, a 23 de abril de 1967
Querido amigo:
Me apresuro a contestar su carta. De otro modo no lo haré nunca.
Espero con impaciencia la aparición de su artículo en Ínsula. Una impaciencia natural: su artículo anterior fue de tal modo generoso que no sé si le di las gracias como debía…
Recibí también Tres poemas.* Me pide usted un juicio sobre ellos. Le daré algo menos pero tal vez más directo: mi impresión. Ante todo: usted es un poeta (de eso no hay duda) y todo lo que usted escriba será escritura de poeta. La cita o epígrafe es irónica pero no sé si los poemas, salvo en momento aislados, lo sean realmente. El tono es muy distinto a Arde el mar. Quiere ser más recogido y proceder por alusiones más que por menciones. Quiere usted contar ▬no sucesos sino emociones o descubrimientos psíquicos dentro de un contexto real, preciso, prosaico. Todo eso me parece muy bien como programa ▬aunque me recuerde el programa de cierta poesía en lengua inglesa. Pero me parece que entre su programa y su lenguaje, entre su idea y su temperamento, hay un espacio en blanco. No lo veo en ese realismo psicológico ▬como no veo a Aleixandre, que ha intentado algo parecido recientemente. Además, su lenguaje no se presta a esa clase de realidades. Habría que hacerlo más sobrio, y más coloquial, por una parte, y, por la otra, más <<científico>>.** Ustedes ▬perdóneme la franqueza y acéptela como lo que es: interés apasionado▬ ven la realidad o como algo grotesco y terrible (ahí casi siempre aciertan) o de un modo sentimental. Y ese género de poesía reclama objetividad extrema. Es lo que no encuentro en sus tres poemas ▬ni en la mayoría de los que ahora se escribe en España bajo el rótulo del <<realismo>>, sea o no <<social>>. Habría que usar un lenguaje más ascético, más decididamente prosaico o más desgarrado, más seco… y sobre todo, que no se oiga la voz del autor, que la moral la extraiga el lector sin que el poeta se lo diga. Yo veo en la actual poesía española dos notas que no son modernas: el sentimentalismo y el didactismo ▬juicios sobre el mundo y expresiones sentimentales. Por otra parte, en sus poemas la frase, a mi juicio, es demasiado larga, abundan los adjetivos y muchas veces son los previstos. Pero como usted es poeta, una y otra vez la poesía vence al estilo, destruye la manera e irrumpe: <<planeta de agua incandescente>> = espejo con sol o luz, es memorable. La alusión a la muerte de Hitler también es eficaz pero la descripción que la precede es demasiado larga y convencional. (Ya sé que usted quiere que sea convencional pero podría lograrlo con mayor economía, y de una manera que hiera más al lector). Aquello de la iglesia saqueada, el dragón y demás, merecía más que una enumeración ▬y sustantivos y adjetivos más enérgicos… Pero es posible que me equivoque. A mí me gusta más, muchísimo más, Arde el mar. Ese libro me entusiasmó. Rompía usted, precisamente, con esa poesía a la que ahora regresa y con la que estoy en desacuerdo, ya le dije, por dos razones; la primera porque no encuentro en ella la precisión, la ironía, las iluminaciones de ciertas zonas sombrías del alma o de la vida diaria, que me da la poesía de lengua inglesa y de la cual la española es, a un tiempo, una adaptación y una amplificación, a veces romántica (Cernuda, usted) y otras, las más, retórica; la segunda, porque esa poesía, inclusive en lengua inglesa, no es moderna ni representa la <<vanguardia>> (para emplear ese vulgar y antipático término). La poesía moderna en lengua inglesa es lo que estádespués, no antes, de Pound y W.C Williams; en Francia, lo que viene después del surrealismo (que es bien poco); en lengua española, lo que hay después de Poeta en Nueva York, Altazor, La destrucción o el amor, Poemas Humanos, Residencia en la tierra. En Hispanoamérica sí han ocurrido cosas después de esos libros: Lezama Lima, Parra, Enrique molina y otros más. Pero ¿en España? En españa hubo un regreso y por eso yo saludé su libro con entusiasmo. Me pareció, me parece, que reanudaba la gran tradición moderna de la poesía de nuestra lengua y que no era un regreso ▬como dice la nota de Tres poemas▬ a la vanguardia de 1914 (eso es no saber lo que fue esa vanguardia), sino una ruptura del pseudorrealismo. Arde el mar fue inactual en España porque usted escribió un libro de poesía contemporánea y con un lenguaje de nuestros días, hacia adelante, en tanto que la poesía de la España actual es inactual por ser una poesía pasada. De nuevo: perdone la brutalidad de mis juicios pero crea que no se los comunicaría si no contase de antemano, primero, con su inteligencia y, en seguida, con su generosidad. Por último: los poetas contemporáneos en todo el mundo ▬excepto en España, en donde el realismo descriptivo, nostálgico y didáctico sigue imperando como si viviésemos a fines del siglo XIX▬ están fascinados por las relaciones entre la realidad y el lenguaje, por el carácter fantasmal de la primera, por los descubrimientos de la lingüística y la antropología, por el erotismo, por la relación ente las drogas y la psiquis y, en fin, por construir o destruir el lenguaje. Pues lo que está en juego no es la realidad sino el lenguaje. Y lo está de dos modos: la realidad del lenguaje y el no menos formidable lenguaje de la realidad. En ese sentido ▬no en el de la retórica verbal▬ el surrealismo ha pasado ▬aunque, como es natural y con otro nombre, reaparecerá, reaparece ya en la búsqueda de los poetas nuevos. Querido Gimferrer: ponga en duda a las palabras o confíe en ellas ▬pero no trate de guiarlas ni de someterlas. Luche con el lenguaje. Siga adelante la exploración y la explosión comenzada en Arde el mar. Hoy, al leer en un periódico una noticia sobre no sé qué película, tropecé con esta frase: el hombre no es un pájaro. Y pensé: decir que el hombre no es un pájaro es decir algo que por sabido debe callarse. Pero decir que un hombre es un pájaro es un lugar común. Entonces… entonces el poeta debe encontrar la otra palabra, la palabra no dicha y que los puntos suspensivos de <<entonces>> designan como silencio. Así, luche con el silencio.
El destino de un poeta ▬como el de todo ser humano▬ es imprevisible y misterioso. Quizá usted debería haber escrito Madrigales. Quizá sin Madrigales usted no escribirá lo que un día debe escribir y que será la negación de esos poemas y de Arde el mar. Si es así (y no lo dudo) esta carta es una necedad que no tiene otra excusa que ésta: la he escrito como si me la escribiera a mí mismo.
Su amigo,
Octavio Paz.
*Opúsculo mío publicado en Málaga en 1967 por Ángel Caffarena, con una nota de presentación de Alfonso Canales. Dos de estos poemas pertenecían a mi libro Madrigales, que he dejado inédito como tal, al igual que otros poemas de aquella època, a consecuencia de las observaciones de Octavio en esta carta y la siguiente. (Nota de Pere Gimferrer)
**Por ejemplo, en Lowell: lenguaje coloquial + lenguaje científico (psicológico) + Biblia + tradición poética europea. (Nota de Octavio Paz)
octavio paz
octavio paz
Octavio Paz Lozano (Ciudad de México, 31 de marzo de 1914 19 de abril de 1998) Premio Nobel de Literatura 1990. Poeta, Ensayista, Narrador, Dios. Ha escrito cosas alucinantes y geniales entre las que están Sor Juana Inés de la Cruz o las Trampas de la Fé, ¿Águila o Sol?, El Mono Gramático, El Laberinto de la Soledad, Libertad Bajo Palabra, La Llama Doble, entre Otros.
También puedes leer El Poema más desgarrador de Octavio Paz: Trabajos del Poeta, o su estupendo poema gigante Piedra de Sol. El Texto publicado aquí se encuentra en el libroMemorias y palabras. Cartas a Pere Gimferrer 1966-1997.

martes, 12 de enero de 2016

El sonido del universo Ana María Manceda

El sonido del universo

Universo

Me recosté en la camilla, el obstetra actuó. Un silencio parecido al instante previo de la caída de la nieve en los bosques cordilleranos aleteó en el espacio. Luego escucho la presencia de un tambor, de mi vientre sale el sonido. ¡Cuarenta años! Mi primer hijo. Los latidos de su corazón navegan entre las lágrimas ancestrales y siento, profundo, el sonido del Universo.

lunes, 4 de enero de 2016

UN PIEDRA EN EL DESIERTO. Ana María Manceda

              UN PIEDRA EN EL DESIERTO. Ana María Manceda

                     



                      El viento ardiente esparce la arena, mientras el sol dibuja en la atmósfera  millones de pequeñísimos arcoiris con las partículas danzantes. De pronto la  quietud y el silencio. Un pequeño insecto, cuyo color se confunde con el paisaje, deambula entre las olas de arena, sorprendido observó un obstáculo, para él una montaña, decidido comenzó su ascenso de manera pertinaz. Al llegar a la cima buscó una estrategia y finalmente se deslizó hacia el mar dorado.
              En ese espacio desolado el tiempo cobra otro ritmo, la temperatura no encuentra escollos civilizados y baja a medida que la luna se va desplazando en su nocturno viaje. La piedra, estática durante el día, se encoge durante la noche, como respuesta a la crueldad climática.
              En esos días sin horas, un guerrero montado en su negro caballo, cruza veloz, su cuerpo y cara protegidos evita el ardor de la arena. Sus armas en la espalda, su mente en la guerra. Las patas del animal tropiezan con una piedra  pero sigue su camino, luego todo sigue igual.
              Un mercader fatigado va junto a su camello cargado de valiosas mercancías. Los cálculos monetarios que realiza  pensando en las ventas que realizará en el pueblo del próximo oasis, lo estimulan a seguir el viaje. Mira de reojo a la piedra, es rara, no brilla, no tiene ningún valor, ni siquiera para adorno.
                               

              Siempre el sol presente y el aire que quema. Llega hasta la piedra un sabio. Éste recorre el desierto una vez al año con la esperanza de encontrar una señal divina, una revelación. Al sentarse observa la quietud de la pequeña roca, el viento sopla suave, aún así provoca el desplazamiento de las dunas de arena. Luego de varias horas de reflexión concluye que ese cuerpo,  ¿Inorgánico? No se mueve, a pesar de ese universo donde todo es movimiento, debe ser por algún mandato divino y debe quedar ahí.
              Las estaciones se suceden, pero en esos paisajes, las variaciones de solsticios y equinoccios apenas se detectan, el sol es el mago, sus juegos de luces son los que descubren los cambios. En dirección hacia el pueblo se acerca un jinete, es un guerrero malherido, las patas del animal atropellan la piedra, ésta no se mueve, sólo parece estremecerse ante las gotas de sangre que caen sobre ella.
             Una tarde, en la que el desierto agoniza en llamas, llega una mujer cuyo cuerpo y rostro delatan un gran sufrimiento, agotada se deja caer en la arena y rompe en sollozos. Las lágrimas caen sobre  la piedra, exangüe se adormece. El sol está en camino e ocultarse, la temperatura comienza a bajar, la mujer se despierta, le parece haber vivido una pesadilla, pero no, su marido, el guerrero, ha muerto. Súbitamente queda asombrada al mirar la piedra, ésta se había abierto en una perfecta simetría, transformándose en una bella flor. Le pareció una imagen esperanzadora, en medio de la aparente nada, sobrevivía ese extraño ser.
            En el horizonte comienza a divisarse el brillo de las estrellas, la arena se iba vistiendo de opacidad. La flor luego de eternizarse comenzó a desaparecer en la piedra quieta. La mujer, solitaria en su camino, retorna a su casa con una certeza; lo aparente no es lo real y  cuidará amorosa  su jardín de rocas.***